En ese día, no importa nadie más que yo.
Mi concentración debe ser importante, no puedo fallar. No me lo voy a permitir.
Aunque sé que no es fácil. No es fácil tener a 5 personas mirándote (sin contar el público), que sólo esperan ver lo mal que lo haces y puntuarte por eso.
Un brazo doblado, una mala cara, un empeine no marcado, un mal paso y al piso.
Todo eso es lo que nos asusta a nosotras las gimnastas.
Espero con ansias el día de mañana, me prometo no fallar y dar lo mejor que pueda.
Sólo quiero sentir una inmensa felicidad al saber que hice lo mejor que pude, y ver una hermosa sonrisa en mi entrenadora preferida.
Ahora a descansar, que mañana será ese día.
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